De la madre


Ya no me da miedo
no marcar la página
del libro que leo,
señal inequívoca del paso del tiempo.
El gusto del helado casero
de la abuela vuelve en esta tarde
indescifrable de, casi, verano.
La ceremonia para preparar el mate amargo,
enseñada, pacientemente, por un amigo
en la provincia del payé y del chamamé,
donde aprendimos mucho más
de lo que nos enseñaban en la facultad.
Como fue cambiando la obsesión
por hacer el gol,
esa de anotar y salir goleador,
por la enorme aventura de la
construcción colectiva de la jugada,
valorar más lo que se prepara,
que el éxito final de eso.
La libertad que nos legaron,
cuidarla con militancia y compromiso
todo resumido en la voz " del viejo:
La Democracia se cura con más Democracia ".
Pelo largo al viento
y mucho rock and roll,
una muchacha vuelve
de la casa del recuerdo
y posa mucho más que su mirada.
Los que fueron y vuelven,
en realidad nunca se fueron,
no hay muerte que mate al amor.
Así como hay olvido hay memoria,
y en esa balanza tiene que pesar
más nuestra historia.
Los besos se demoran
los abrazos tardan en llegar,
el hielo del wisky tapa el dolor,
el humo del cigarro arma sueños,
los amigos quieren entrar,
el fuego se enciende y hay
vino tinto en la mesa.
La madre espera al hijo.
Al hijo le cuesta decir:
" mamá, esto es para vos ".

( A mi madre, destinataria de todo lo bueno que tiene la vida )

Germán - Dacha. ( 13 / XI / 19 ).

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