GERMAN PERELLI
26 de junio de 2021
LA UNIÓN CÍVICA RADICAL CUMPLE 130 AÑOS | Por Germán Perelli
LA HISTORIA DE UN PARTIDO POLÍTICO, LÓGICAMENTE, TIENE LUCES Y SOMBRAS, ACIERTOS Y ERRORES, LUCHAS Y CLAUDICACIONES, TRIUNFOS Y DERROTAS.
Nuestro partido cumple 130 años en medio de las complicaciones actuales: pandemia, contagios, muertes (muchas, demasiadas),y la incertidumbre de qué es lo que nos deparará el futuro.
No podemos no recordar, al menos someramente, nuestra historia. Somos uno de los partidos más antiguos de Sudamérica, el partido que fundó Alem (entre otros): arrancamos oponiéndonos al régimen gobernante, revoluciones mediantes, luchando por los derechos de los trabajadores y de los desposeídos, por la libertad y la igualdad de oportunidades, todo lo contrario a lo que hacían quienes gobernaban.
Nos costó 25 años lograr que un presidente pueda ser elegido por el voto universal, secreto y obligatorio. La sociedad nos votó y fue elegido Hipólito Yrigoyen en 1916: algunas leyes laborales, el apoyo a la Reforma Universitaria, la creación de Y.P.F., la neutralidad ante la atrocidad de la primera guerra mundial, creó 3.000 escuelas primarias y 50 institutos secundarios.
En 1922, en elecciones libres nuevamente, eligieron a Marcelo Torcuato De Alvear; que entre otras acciones de gobierno, favoreció el desarrollo y la investigación de cultivos entre ellos el del algodón (en el, por entonces territorio nacional del Chaco), creó el Comité Olímpico Argentino, se construyó la fábrica de aviones en Córdoba, se realizó la primera feria del libro, fundó la casa del teatro.
En 1928, vuelve a ganar las elecciones nuestro viejo caudillo, Hipólito. Más allá de algunos errores y de que su salud estaba debilitada, cosa que no les importó a los militares de turno, en 1930 asistimos al primer golpe de estado: el derrocamiento de un presidente elegido por el pueblo a manos de los militares, inaugurando de esta manera, “la década infame”. Nada fácil resultaba ser radical en esa época, cárcel y persecución, discriminación y abandono para todo aquel que quisiera juntarse a conversar con otros correligionarios.
Así siguió la cosa de complicada hasta el año 1946, primera presidencia de Perón, otra vez había un presidente elegido por el voto popular, en este caso del partido justicialista. No fue fácil la conveniencia democrática, todo lo que era crítica a su gobierno, molestaba y enojaba mucho al presidente, esos enojos llevaba a que sus diputados pidan el desafuero de los diputados radicales, o incluso la cárcel para algunos de ellos (como por ejemplo Ricardo Balbín).
El espíritu y la lucha radical, en esos tiempos, fue siempre pacífica, aun aguantado los desbordes de un gobierno con muchas aristas autoritarias, pero siempre sabiendo, y respetando, que lo había elegido el pueblo. Y así llegó el convulsionado 1955, un gobierno desgastado, peleándose con todos, sin la posibilidad de construir consensos, se fue debilitando, hasta llegar a otro golpe militar, con el terrible escenario de muertes por el bombardeo a la plaza de mayo y casa de gobierno, donde murieron muchos compatriotas de la manera más sanguinaria, cobarde y repudiable.
Con ese golpe, Perón ya alejado de Argentina, el peronismo proscripto y el radicalismo debilitado; algo había que hacer, había que empezar, con los escasos elementos institucionales (que son las armas de los radicales), se empezó a tratar de lograr que haya elecciones, lo cual no sería fácil, pero valía la pena el esfuerzo, ningún gobierno sería peor que el de los militares.
En 1958 se llama a elecciones, y fueron dos fórmulas radicales, por un lado Arturo Frondizi (por la U.C.R.I) y por otro Ricardo Balbín (por la U.C.R. del Pueblo), por un acuerdo con Perón, ganó ampliamente Frondizi. Intentó llevar adelante un gobierno moderno y desarrollista, abrir nuevos mercados (sobre todo asiáticos), y en política exterior tener buena relación con los diferentes gobiernos (viajó a Estado Unidos y recibió a Fidel Castro). La presión de los militares era continua y no lo dejaban manejarse libremente, imponían ministros y cambiaban el rumbo económico. Era sabido que no iba a durar mucho, y un nuevo golpe de estado (de los tantos que hubo en nuestro país en el siglo XX) llegó, Frondizi fue derrocado.
Siguieron los militares un año y medio en el gobierno, hasta que volvieron a llamar a elecciones y ganó Arturo Umberto Illia, el médico radical austero y humilde. Su gobierno estuvo marcado por datos que aun hoy parecen increíbles: destinó el 23% del presupuesto nacional a educación, creó un plan nacional de alfabetización, se sancionaron las leyes de medicamento y del salario mínimo vital y móvil, pero, sobre todo, se recuerda su extrema honestidad hasta llegar al límite de no tener donde vivir (luego de que dejara la presidencia), y hechos, como por ejemplo, haber vendido su auto particular (siendo presidente) para costear los gasto de la enfermedad de su esposa, jamás gastó un peso de los gastos reservados y el día que lo derrocaron, se fue en taxi de la casa de gobierno. Uno de esos militares que habían irrumpido a su despacho para recordarlo, se arrepintió y años después, pidió perdón.
Así como en los primeros años de nuestra historia Radical la bandera era Alem, Yrigoyen, Alvear; aunque no fue comprendido, aunque fuera, injustamente, injuriado y calumniado, Illia se convirtió en bandera, la bandera de la honestidad y del sentido común, de pensar en un país a mediano y largo plazo. Sigue flameando y para muchos es el mejor presidente que hemos tenido, coincido plenamente con esta afirmación.
El golpe de 1966, no solo derrocó a un gran presidente, sino que también llevó al poder a uno de los militares más limitados, el general Onganía.
Volvieron las persecuciones y las prohibiciones, el miedo y la cárcel, las razias y “los batones largos”. La violencia, con todo un mundo convulsionado, empezaba a gestarse de otra manera, afuera el mayo francés, acá el Cordobazo. Gremios y estudiantes se organizaban, cambiaban las metodologías de protestas, el peronismo presionaba para que levanten la proscripción de su líder y que pudiera regresar a la Argentina.
Los años se fueron difuminando, la violencia creciendo y la mayoría de las organizaciones, o tenían su parte armada (literalmente hablando), o directamente su actividad era revolucionaria – armada. El radicalismo, siempre se luchó por la vía pacífica, creíamos en esa época (como ahora), que la democracia, más allá de todas sus imperfecciones y faltas, es la única forma de gobierno posible. Tiros y violencia, se sabe cómo empieza, pero no como termina, y en nuestro país terminó mal, muy mal.
Volvió Perón y empezó la matanza, el líder estaba muy anciano y mal de salud, trató de contener algunas cosas convocando a su antiguo adversario, nuestro correligionario Balbín, pero no era suficiente, el peronismo se desangraba por izquierda y por derecha, las A.A.A (creada por el gobierno) de la mano de López Rega hacía estragos por un lado, y la izquierda peronista por otro.
El viejo líder murió al poco tiempo de asumir la presidencia, nuestra suerte estaba echada, íbamos camino al horror, en un gobierno elegido por el pueblo, la presidenta Estela Martínez (viuda del general) era incapaz de conducir nada, así nos fue. El 24 de marzo de 1976, un nuevo golpe de estado, otro gobierno militar al poder. Violencia y torturas, muertes y desapariciones, represión y miedo era el clima imperante en el país. Hipólito Solari Yrigoyen y Mario Abel Amaya, eran secuestrados en simultaneo, durante 14 días no se supo nada de ellos, cuando los liberaron, a raíz de las torturas recibidas, Amaya murió al poco tiempo, y al ex senador Yrigoyen le quedaron secuelas de por vida (la triple A ya habían atentado contra su vida en dos oportunidades).
En esa época oscura, no era fácil militar, defender a los presos políticos, había que tener mucho más que coraje. Simón Lázara, Raúl Alfonsín, organismos que estaban pidiendo por el paradero de sus hijos (Madres y Abuelas de Plaza de Mayo) fundaron la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, desde donde se buscaba, se presentaba pedidos de excarcelación, son la posibilidad, certera, de que el abogado o el grupo que lo hacía, terminara en la misma situación de la persona que se buscaba o se pedía su libertad. Años tétricos.
La junta gobernante empezó a desgastarse, en los primeros años de la recién iniciada década del 80. Sus problemas internos y externos afloraban. Los partidos políticos aprovecharon eso y crearon la Multipartidaria en 1981, exigiendo la convocatoria a elecciones de manera inmediata.
Para tratar de mantenerse en el poder, los militares decidieron iniciar el conflicto bélico con Inglaterra; del entusiasmo inicial( de los políticos, solo Raúl Alfonsín y Arturo Frondizi se manifestaron abiertamente en contra de la guerra) las consecuencias fueron lógicas; los valerosos soldados argentinos (la mayoría soldados conscriptos de entre 18 y 20 años lucharon con coraje, mal abrigados y mal comidos, sin el armamento adecuado y sin la preparación previa necesaria), ante un ejército Inglés profesional. Muchas muertes, muchos heridos y un dolor que aún no termina.
El gobierno militar jaqueado, más la presión de la multipartidaria, de los gremios, etc. Se vio obligado a llamar a elecciones, las mismas se fijaron para el 30 de octubre del año 1983. En la interna de nuestro partido, la formula integrada por el líder de renovación y Cambio, Raúl Alfonsín acompañado por el cordobés Víctor Martínez le ganaron a la fórmula De la Rúa – Perette. Para las elecciones generales, luego de siete años y medio de gobierno militar, había muchos temas que no se sabían bien, uno era fundamental: ¿Qué hacer con los militares una vez que un gobierno democrático esté en el poder? El peronismo, con su candidato Luder, proponía la amnistía; Alfonsín, por el contrario; proponía el juicio a la junta.
Llenos de esperanza, alegría y emoción, el pueblo concurrió a votar, se terminaba uno de los períodos más trágicos de nuestra historia como país.
Y Alfonsín ganó las elecciones!! Le tocó asumir en circunstancias catastróficas: una economía devastada, el tejido institucional inexistente y los militares con mucho poder real. Una de las primeras mediadas fue convocar a una comisión para que realice el trabajo de investigación acerca de los delitos cometidos a los derechos humanos por parte de la dictadura, la misma estuvo en cabezada por el escritor Ernesto Sabato (el trabajo final de esta comisión es conocido como “Nunca Más”).
El respaldo presidencial a este juicio por parte de Alfonsín, tensó la cuerda con los mandos militares que no le perdonarían que ellos fuesen juzgados por tribunales civiles. El papel inolvidable, en el alegato final, del fiscal Julio César Strassera (correliginario): “señores jueces, Nunca Más” marcó un antes y un después en la historia del pueblo argentino. Todo había que hacer, elaborar o inventar. Sin reservas, sin crédito externo, la situación económica estaba complicada, y fue una de los problemas que, a pesar de los esfuerzos (planes mediante) fue el talón de Aquiles en todo su gobierno.
La libertad se respiró de inmediato, la cultura (en todas sus ramas) se pudo expresar (se terminó con la censura en el cine). Se reinició una política exterior seria. Se fundaron las bases para lo que luego sería el Mercosur. Se creó el Banco Nacional de Datos Genéticos. Se promulgó la Ley del Divorcio Vincular y Patria Potestad Compartida. Se solucionaron los conflictos limítrofes, por la vía pacífica, con Chile. La C.G.T realizó la mayor cantidad de paros a un gobierno democrático (13). Los militares, con mucha fuerza todavía, realizaron el levantamiento “carapintada”, que puso en jaque al gobierno. A pesar de los múltiples inconvenientes, logró entregar el mandato a otro presidente elegido por el voto popular.
Luego vino Menen, y fue época de resistencia, cuando todos aplaudían las privatizaciones de todo, sin pensar ni analizar de qué manera se llevaban adelante, la voz radical lo advertía, aunque el viento la tapaba. También quisieron privatizarnos la educación universitaria, y nuestro brazo estudiantil, Franja Morada, se opuso y luchó para que eso no ocurriera.
Un presidente radical, Fernando De La Rúa, ganó las elecciones en 1999, generó expectativa porque salíamos de la era menemista de 10 años y medio. Continuó con el mismo plan económico, lo cual fue un grave error, no había unidad hacia adentro, y eso fue fácilmente detectado afuera, el peronismo no perdona. Errores propios y palos en la rueda de los adversarios, llevaron a su renuncia en diciembre de 2001.
Como siempre los radicales nos hicimos cargo: pusimos la cara. Nos costó caro, en las elecciones de 2003, fue de candidato un innombrable, que es diputado oficialista y vocifera a los cuatro vientos cualquier discurso difamatorio, se olvida que hizo la peor elección en la historia del partido (si bien estábamos mal, algo tendrá que ver el candidato también ¿No?). Se inicia la era kirchnerista, un gobierno nuevo siempre genera expectativas, y éste luego de lo que había sucedido, más aun.
En 2007 vuelve a ganar las elecciones el kirchnerismo, lo mismo que en 2011, años donde la calidad institucional se fue degradando, muchos no se daban o no se querían dar cuenta. En 2015, para parar el cuarto gobierno kirchnerista se recurrió a lo que estaba a mano: una coalición para tratar de ganar las elecciones. El primer error fue no establecer un acuerdo programático de gobierno, quedó solo como un acuerdo parlamentario, los puestos en el ejecutivo nacional, no fueron los esperados, muchos temas con los que el radicalismo no estaba de acuerdo salían igual y muchos otros en los que se le advertía al gobierno, éste lo ponía en práctica, generando así una tensa relación.
Pero hay que decirlo, ningún partido político sólo puede ganar las elecciones en nuestro país; es necesario la conformación de coaliciones – alianzas. Ojalá que aprendamos de nuestros errores. Somos el partido que defiende las libertades, la ampliación de derechos, la universidad pública gratuita, la educación pública, somos el partido de la democracia. Somos el partido de Leandro, Hipólito, Elvira, Marcelo, Arturo, Moisés, Crisólogo, Ricardo, Florentina, Raúl. Sus nombres son nuestra bandera, a continuar la tarea.
Germán Maximiliano Perelli, orgullosamente Radical.