Jueves 26 de Diciembre de 2024

NOELIA BARCHUK

4 de marzo de 2018

EL FANTASMA DEL PLAGIO. Por H. Zabala y N. Barchuk.

Un trabajo en conjunto de dos amigos escritores para abordar de manera original la temática del plagio en el ambiente literario.

EL FANTASMA DEL PLAGIO
Noelia Barchuk © y Héctor Zabala ©

Después de un tiempo, que hemos descubierto nuestra vocación de escritor, que hemos asumido la magia de escribir, que superamos el temor de enfrentarnos a la crítica y que hasta hemos sido capaces de presentar material a concursos literarios… algo puede comenzar a hacer ruido para perturbar nuestra paz ganada.
Y así, como en las mejores películas de terror psicológico, lejos del gore y del slasher, llega el fantasma del plagio. Para aturdirnos, estrujarnos el corazón y plantearnos un millón de dudas. Porque desde el vamos, a saber: los plagiados siempre somos “nosotros”, asumiendo que escribimos tan maravillosamente bien, que otros, ¡pobres infelices!, se atreven a plagiarnos.
Pero quien plagie realmente tiene que estar muy enfermo porque es la manera más segura de no llegar a ser nunca un buen escritor.
Escribir es un arte y por más que el desgraciado copie tu laburo, cambie tu seudónimo, lo presente y gane el certamen, ¿qué logra? ¿Llegará a destacarse haciendo eso siempre? Además, ¿cuántas veces podrá hacerlo? Dos, tres… ¿Y después qué? ¿Qué aprendió sobre estilo literario o del arte de escribir? Nada. Lo único que aprendió fue a robar. Chanta fue, chanta seguirá. Tarde o temprano verá en sí mismo la imagen del pobre fracasado.
Ahora bien, más allá de eso, supongamos que alguien tenga la caradurez de robarte material (llevemos la hipótesis al extremo) y que con esa truchada gana un concurso y recibe un gran reconocimiento público.
Bueno, ahí sí, ¡pobre tipo!, porque como no sabe escribir y el talento no se compra al por mayor, la única que le queda, para no pasar a la condición de escritor jubilado, es la de contratar escritores fantasmas que escriban por él.
El riesgo de sufrir un plagio existe, pero la solución es sencilla. Antes de mandar a certamen, sea papel o vía electrónica, hay que inscribir la obra en el registro pertinente de cada país. Al hacer la plica, ponés al lado del título de tu trabajo: (obra registrada en la DNDA, por ejemplo). Hecho esto, no creemos que se atreva nadie a mandar una obra tuya porque se expone a un juicio que lo deje con el íntimo sin poder sentarse una semana.
Pero lo peor no termina ahí, lo peor es que el plagiador descubierto tiene asegurada la muerte civil como escritor. Te lo decimos porque el ambiente literario es bastante pequeño e implacable: cuando hay un plagio el asunto corre de boca en boca, y ahí murió el mocito de la película.
Más allá de todos los argumentos, fundamentos y suposiciones que podemos argüir sobre el binomio plagiado-plagiador, la bronca que provoca en el artista traicionado es enorme.
Convengamos que también podríamos instaurar la categoría de robo hormiga, en materia literaria. Muchos se “inspiran” en la obra ajena para crear otra, que tal vez no tenga (obviamente, nunca la tendrá) la misma calidad ni calidez literaria, pero se le parece mucho. No en vano, entre colegas en más de una oportunidad solemos espetar “tu cuento me recuerda mucho a… ¡al mío!”.
El que plagia, sea palabra por palabra, logrando un exacto calco, o el otro, por afano con guante blanco, solapándose en el cambio obsceno de nombre de los personajes o escenarios, nunca declarará en su contra. El plagiador amén de ser sorprendido en flagrante acto, siempre negará todo. Es más, muy típico será que intente dar vueltas las cosas para hacer parecer que el estafado es él.
Pues bien, habrá que tomar todos los recaudos necesarios para evitar cualquier amargura ulterior. De todos modos, el talento nunca se podrá saquear. El talentoso se repone sin lugar a dudas. Al fantasma del plagio habrá que hacerle una misa y prenderle una vela para que descanse en paz y no moleste. La vida de un escritor puede ser fantástica si lo hace en entera libertad pero con responsabilidad.
Para los unos y los otros, los Mozzart y los Salieris, lejos de moralina de domingo, recuerden que el arte encierra el concepto de la belleza del quehacer humano, una elevación del espíritu que nada tiene que ver con el vil accionar de un mero ladrón destinado al olvido.
Currículo de Noelia Barchuk en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 72:
http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com.ar/2017/03/blog-post.html
Email: [email protected]
http://noelia-barchuk-literatura.blogspot.com.ar/
Currículo de Héctor Zabala en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 75:
http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com.ar/2017/12/suplemento-de-realidades-y-ficciones-n.html
Email: [email protected]
http://hector-zabala.blogspot.com.ar/

​Fotografía: propiedad de Noelia Barchuk.-



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