Jueves 21 de Noviembre de 2024

OPINIÓN

23 de junio de 2021

Capitanich, Belgrano y Güemes, en ese orden.

Capitanicich se opuso a dedicar los membretes de la papelería oficial a Belgrano y Güemes en el bicentenario de su muerte.

Por Darío Zarco | En sus discursos del Día de la Bandera el gobernador Jorge Capitanich hizo foco en el olvido en el que murió el general Manuel Belgrano y cuánto tardó la Nación en abrirle las puertas de la historia patria, hasta que recién Mitre y Roca le dedicaron libros y los primeros monumentos.

Pero la historia sigue en deuda, porque aún hoy no hay un día consagrado exclusivamente a su memoria, como a la de San Martín y desde hace algunos años también a la de Martín Miguel de Güemes. El “Día de Belgrano” en realidad es el Día de la Bandera que, por lógica, bien podría conmemorarse en el aniversario de su primer izamiento y jura.

Aún rescatado del olvido absoluto, Belgrano sigue en segundo plano. Cada 20 de junio asoma algo más nítida su figura para desaparecer completamente hasta el año siguiente.

Capitanich, mucho blablablá, se golpea el pecho, pero en la precisa tampoco aguanta los trapos patrióticos.

En 2019 la Cámara de Diputados de la Provincia había sancionado por unanimidad la ley que dispuso que todos los membretes oficiales llevaran estampada la leyenda “2020 Año del Bicentenario de la muerte del General Manuel Belgrano”, producto de la unificación de un proyecto de Élida Cuesta, y de sendas presentaciones de oficialistas y opositores en bloque.

Pero el 10 de diciembre, recién asumido, Capitanich consideró que homenajear a Belgrano no era tan importante como homenajearse a sí mismo, y ordenó a sus diputados eliminar la ley y remplazarla por una suya, para imprimir la leyenda “2020 Año del Congreso Pedagógico Provincial – La educación del siglo XXI”.

El jefe de la bancada coquista: Juan Manuel Pedrini, opinó que, en el más allá, “Belgrano estaría muy orgulloso de esta decisión” porque fue un estudioso y ferviente impulsor de la educación en los albores de la Patria.

La troupe del Gobernador retrocedió y agarró a contramano. Un minuto después el presidente de la Nación: Alberto Fernández, decretó denominar a 2020 como “Año del General Manuel Belgrano”. Y todas las provincias hicieron lo mismo, excepto Chaco.

Naturalmente, el bicentenario de la muerte de Belgrano se cumplió de todos modos. Acá la conmemoración hubiera pasado desapercibida de no ser por el papelón del Ministerio de Seguridad y Justicia que lo rebautizó dándole por nombre “Juan” Manuel.

En cambio, el Congreso Pedagógico fue frustrado por la pandemia, y fracasó el intento de tornarlo virtual. Pero eso no importó demasiado porque su finalidad no era el debate, sino el montaje de una escena para lavar las reformas que al gobernador se le antojaron mucho antes.

“La educación del siglo XXI” se está implementando de todos modos con el método de la rana hervida.

No sé si Belgrano estaría tan orgulloso de eso. Habría que preguntarle a Pedrini.

Y lo mismo ocurrió con Güemes.

Varios proyectos de ley propusieron declarar a “2021 Año del bicentenario del paso a la inmortalidad del General Martín Miguel de Güemes”, como en todo el país. Todos estaban de acuerdo, pero Capitanich salió al paso del caudillo salteño y ordenó remplazarlo por “Año de El Impenetrable Chaqueño”, para propagandizar su gestión en esa zona.

Para salvar la ropa, los comedidos añadieron “…Departamento Güemes”, a modo de homenaje consuelo al prócer.

Pero unos días después fue nombrado presidente pro témpore del Consejo del Norte Grande y cayó en la cuenta de que rendir loas a su ego lo había llevado otra vez a meter la pata.

La semana pasada participó en Salta de los actos por el bicentenario de la muerte de Güemes, y volvió del viaje convertido en una montonera infernal, para el discurso.

Pero, ¿cómo enmendar 2 burlas consecutivas a la historia? Fácil: Blablablá.

En una epopeya dialéctica para liberarse de las culpas, el domingo evocó a Belgrano hablando de Güemes, y viceversa. Y el combo vino con un San Martincito de yapa. Amañó analogías. Y lo mejor de todo: dividió el país en “Norte Grande” y “sur”.

Como diría él, “la verdad es” que sus homenajes no fueron “de calidad”. Los próceres que conocimos en el bronce, aún no merecieron ni un membrete en la burocracia del Chaco de Capitanich. Como si a los libertadores de América no les diera la nafta para semejante honor.

Sigan participando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: HDP



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