REFLEXIONES
28 de marzo de 2020
La pandemia del coronavirus y el cambio global
Necesitamos más cooperación y no más destrucción. Más acción colectiva y menos individualismo. Más solidaridad y amor. Menos odio. Estamos ante una situación extrema. Necesitamos un cambio de paradigma. Es aquí. Es ahora.
*Por Jorge Capitanich
La pandemia de la COVID-19 abarca ya a 180 países del mundo y afecta cerca de 600.000 personas en el mundo con diferentes curvas de crecimiento que hacen pensar en una expansión hasta ahora impredecible de casos y de muertes. Las características del virus y su mutación han puesto al descubierto que un mundo injusto y desigual en donde se invierte más en la especulación financiera que en el fortalecimiento del sistema sanitario para cuidar la salud de la humanidad tiene hoy un límite marcado.
El neoliberalismo ha llegado a un límite. El planeta reclama más Estado para atender la demanda global de una pandemia en donde los líderes que adoptaron medidas laxas y flexibles se vieron desbordados por la realidad y la movilización fáctica de la población en la búsqueda irrefrenable de su propia sobrevivencia. Finalmente, es el Estado el único que puede coordinar medidas y acciones que regulen el comportamiento social y atiendan las demandas sanitarias esenciales. Hoy se reclama más estado, no menos estado.
La velocidad expansiva de la pandemia impidió la coordinación de líderes del mundo para intentar una estrategia coordinada que evite la expansión mediante un modelo de cooperación multilateral. Por el contrario, fueron acciones de los estados en sus diferentes niveles los que regularon el avance de la COVID-19.
Decisiones claves
El asilamiento obligatorio preventivo, el distanciamiento social y el licenciamiento para personas con factores de riesgo fueron decisiones claves para disminuir el impacto del crecimiento exponencial de la circulación viral mediante el impedimento efectivo de los casos importados en autóctonos por medio de la circulación viral por contagio.
Todas las medidas de prevención mediante los protocolos fijados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y aplicados a rajatabla por los países en el mundo han demostrado su eficacia. El éxito alcanzado por los países dependieron de múltiples factores a saber: tiempo de adopción de las medidas (medidas tempranas versus medidas tardías); capacidad de utilizar reactivos para efectuar test de casos asintomáticos y establecer modelos y tendencias de circulación potencial; y, capacidad social de cumplimiento de las medidas de aislamiento.
Ningún país del mundo puede tener la capacidad para soportar una catástrofe sanitaria con esta infraestructura sanitaria disponible en números de camas, respiradores y recursos humanos calificados para implementarla.
El mundo reclama de manera contundente un modelo alternativo al neoliberalismo extractivo y especulativo que destruye los cimientos de una sociedad democrática, pluralista, con valores, equitativa y justa.
La destrucción del planeta producto del calentamiento global, el hambre que azota a millones de seres humanos, las guaridas fiscales que sirven de refugio para el lavado de activos y la corrupción financiera, la carrera armamentista sin límites, la concentración del poder mundial y de la riqueza hacen de este mundo un lugar invivible. Necesitamos cambiar. Esta pandemia nos debe hacer reflexionar respecto de lo que hicimos mal y de lo que hicimos bien.
Algunas conclusiones
Pero claramente nos permite extraer ciertas conclusiones básicas:
1 - Que es inadmisible la desinversión del sistema sanitario en el mundo producto de ajustes estructurales que sólo benefician a unos pocos.
2 - Que el Estado es insustituible para coordinar políticas, estrategias y acciones para proteger a sus habitantes y ciudadanos.
3 - Que la tendencia de la destrucción sistemática del planeta y la enfermedad de un modelo perverso que privilegia la especulación financiera y la riqueza por sobre los valores humanos tiene un límite, y ese límite es hoy.
4 - Que si no se produce un cambio estructural esta tendencia será insostenible y que el mundo no soporta otra pandemia, lo cual no debe permitir un nuevo modelo de organización planetaria para protegernos entre todos.
Ineludiblemente, cambiarán los paradigmas de las comunicaciones, de los viajes, de la educación digital a distancia, del teletrabajo, de la circulación de bienes y personas y de los controles sanitarios a escala planetaria. Nadie queda a salvo. Todos quedamos expuestos. Necesitamos más cooperación y no más destrucción. Más acción colectiva y menos individualismo. Más solidaridad y amor. Menos odio.
Desigualdad pavorosa, inadmisible
El mundo hoy posee 327 Billones de dólares de stock de activos financieros, 22 Billones de dólares de ahorro global. Pero tiene casi 10 Billones de dólares de depósitos en guaridas fiscales que no tributan en sus respectivos países para sostener el sistema de salud, de educación, de seguridad y de desarrollo productivo.
El mundo tiene unan desigualdad pavorosa, inadmisible. Pero una pandemia pone al descubierto que ni siquiera los más poderosos pueden salvarse solos.
La economía se destruye y existe una única manera de salir adelante, esto es, impulsando la demanda agregada mediante la intervención del estado. Ya se hizo en el año 2009 con la crisis financiera internacional. Se hace y se debe hacer ahora.
Estados Unidos invertirá 2 Billones de dólares para estimular su economía, lo cual equivale a 10 % del PIB, España invertirá un paquete de estímulos equivalente a 15 % del PIB, Italia lo mismo y el resto de los países afectados también. La República Argentina adopta medidas y estímulos para cubrir las demandas de los sectores afectados con una inversión de 2 % del PIB que aún resulta insuficiente y que dependerá de la capacidad y el tiempo de recuperación.
Estamos ante una situación extrema. Necesitamos un cambio de paradigma. Es aquí. Es ahora.
*Gobernador del Chaco
Fuente: www.agenciafoco.com.ar