INFORMACIÓN GENERAL
12 de noviembre de 2025
CÓMO HACER PERIODISMO DURANTE 50 AÑOS Y NO MORIR EN EL INTENTO | POR DAVID GAUNA

IMAGEN GENTILEZA: DIARIO CHACO
PEDRO TERUEL, FUNDADOR DE PRIMERA LÍNEA, DIARIO CHACO Y DIARIO TAG, CUMPLE MEDIO SIGLO EN LA PROFESIÓN. REPASÓ SU VIDA ENTRE REDACCIONES, RADIOS Y PANTALLAS, CÓMO SOBREVIVIÓ A CRISIS ECONÓMICAS, INFARTOS Y HASTA AL COVID, Y CONFESÓ QUE SU MAYOR LEGADO SON SU FAMILIA Y UNA VIDA SIN DEUDAS NI ARREPENTIMIENTOS.
-
El próximo 12 de noviembre se cumplen 50 años de tu inicio en el oficio de ser periodista. ¿Qué te queda de ese primer día?
-
Ese primer día yo me divertí mucho pero jamás me imaginé que ahí comenzaba, digamos, lo que me iba a marcar el resto de mi vida. Estábamos en Presidencia Roque Sáenz Peña, yo terminaba el secundario y en una charla con Carlos "Cacho" Silva me ofreció trabajar con ellos. Primero eran colaboraciones, pero bueno, ahí comenzó todo. Pero reitero, no creí que me iba a marcar de la manera que me marcó.
-
¿En qué momento sí sentiste que eso era lo tuyo?
-
Después, cuando trabajé con Manolo Bordón en el diario Crisol.Él me enseñó a trabajar, digamos: qué es lo que había que mirar, dónde había que estar, a quién había que llamar, qué teléfono había que tener, el manejo de la agenda. Siempre lo recordé a Manolo. Con él comencé a trabajar en serio.
-
Cuando finalmente te radicaste en Resistencia, sin dejar tus raíces de tu ciudad natal. ¿Cómo fuiste viviendo el hecho de trabajar en un oficio, que muchas veces te termina enfrentando a muchas personas? ¿Es más difícil en la ciudad propia o en la que uno termina eligiendo para vivir?
-
No, no, siempre es difícil. Siempre es difícil porque el periodismo está lindo, está bueno y hasta te elogian lo bien que escribís, hasta que esa gente aparece involucrada. Ahí siempre, lo primero que se le ocurre a la gente es matar al mensajero. Lo primero, siempre, siempre. Yo perdí lo que después entendí que no eran amigos, pero era gente a la cual estimaba mucho. Durante estos 50 años perdí mucho. De hecho, me queda un núcleo muy muy chico de amigos, precisamente, después del cedazo de la vida. Hoy disfruto con quienes me siento bien, compartiendo la charla, comiendo un asado. Entonces, en materia periodística es peor aún. Tengo contado con los dedos de la mano tres, cuatro, cinco personas nada más con las cuales puedo sentarme a compartir cosas, a intercambiar conceptos. Es muy muy difícil. Es una profesión donde se compite a diario. Competís con el intelecto, con la cabeza. Entonces es muy difícil congeniar esa cuestión. A medida que pasa el tiempo, te vas desprendiendo de ese egoísmo, de algunas aspiraciones o las equilibrás. Me ha pasado a mí como persona, pues hoy no soy en absoluto la persona que era 35 o 40 años atrás.
-
¿Y qué te va moldeando eso?
-
El carácter, el espíritu, la comprensión, el entendimiento. Tratar de discernir en qué momento se puede decir tal o cual cosa, o cómo se puede decir. Antes uno era mucho más impulsivo.
-
¿Te pelearías con menos gente si tuvieras la experiencia de hoy?
-
Por supuesto. También me hubiera rodeado de mucha menos gente. Es muy difícil tener amigos, porque tienen tendencia a confundir que, porque sos amigo, estás condenado de por vida a ocultar algo que los involucre y no es así. Siempre pongo el ejemplo de un abogado, de un médico, de cualquier profesión. A nadie se le ocurre que vayas a decirle a un ingeniero: ¿por qué pusiste el arcón ese en el ingreso a tu casa? El ingeniero se supone que sabe. Con un abogado se puede estar de acuerdo o no con la estrategia que utilizó para ejercer una defensa o en el marco una querella, pero a nadie se le ocurre corregirlo. En el periodismo es todo lo contrario. Cualquiera se cree con derecho a decir que tu trabajo está mal hecho. Yo lo primero que contesté siempre fue con una pregunta: ¿lo publicado, lo que escribimos, es mentira o es verdad? Si es verdad, no hay nada más que discutir.
-
Alguna vez sentiste que fueron ataques personales estos cuestionamientos?
-
Sí. Cuando vos no le das artículo, cuando los ignorás o ignorás el pedido, obviamente sí producen distanciamientos, pero no me preocupan mucho menos a esta altura de mi vida.
-
Te lo consultaba porque justamente una de las características de este oficio es que los colegas se permiten una crítica muy fuerte, respecto no solamente de la opinión, sino muchas veces hasta de la carrera de otros colegas.
-
Bueno… eso es como con todas las cosas. Lo que importa en el periodismo son los hechos, siempre.

OPINIÓN Y DEMOCRACIA
-
¿La opinión no daña?
-
Creo que puede ser que dañe, sí, pero depende cómo cada quien la tome. Una opinión es una opinión. Vos tenés que mirar que si fulano dice tal cosa, ese es sólo su criterio. No existe la ley de pensamiento único. Todo el mundo tiene derecho a decir cosas, lo que le parece. Después la generalidad hace que tome o no trascendencia. Cualquier persona puede decir lo que quiera; depende de cómo lo diga, por supuesto, pero así funciona. Como lo decíamos desde chicos, no hay que dar por el pito más de lo que el pito vale.
-
Si arrancaste en 1975, siendo un adolescente, saliendo de tu secundaria, te tocó pasar por diversos momentos políticos y sociales del país, algunos muy convulsionados. ¿Cómo fue tu adaptación a esos momentos?
-
Empezaba la dictadura, obviamente yo no escapé a lo que se vivía en el país. Cuando sobrevino la dictadura, salvo quien hubiera militado o tuviera un compromiso muy fuerte con los partidos políticos, estábamos como en una nebulosa. Mi recuerdo es que cuando ya estábamos en plena etapa de dictadura, en la provincia se instaló el general (Antonio) Serrano y el vicecomodoro Hunicken era al subsecretario de Gobernación y el ministro era el general Zucconi. Por la tensión política, Manolo Bordón dejó Crisol en Resistencia y se fue a instalar en Sáenz Peña. Yo recién comenzaba, digamos, y tampoco escribía en ese entonces sobre política. Escribíamos sobre accidentes, deportes o cosas de la comunidad o "fuerzas vivas", como las llamábamos entonces. O sea que era muy "light". El compromiso con la escritura de orden político llegó con la apertura democrática. A partir de ahí sí, ya tuve un involucramiento muy firme y escribía prácticamente solamente sobre política. Pero bueno, fue una consecuencia también de lo que vivimos y de la explosión de participación que vivió todo el pueblo argentino después de 7 años de la dictadura más sangrienta que soportamos.
-
Pero aún en tiempos democráticos, la relación del periodismo con el poder político y con muchos dirigentes no fue la misma. ¿Cuándo te sentiste realmente más libre para trabajar y cuándo sentiste que las cosas estaban condicionadas?
-
La verdad, libre me sentí cuando Diario Chaco se instaló en la gente. Eso me otorgó un sentimiento de libertad irresoluto. Cuando ya no dependía de determinadas voces o de determinados apoyos. Veía que donde yo iba, la gente tenía en la pantalla de su computadora nuestro diario. Aparecieron los reconocimientos de un lado o de otro. Nos recibían, nos atendían las llamadas a nosotros sí y a muchos otros, no. A partir de ahí yo no permití nunca, que nadie más que me diga "esto no se publica". Por supuesto, nos cuidamos porque el lema de Diario Chaco es "periodismo responsable". Entonces, a veces la gente quiere que vos publiques tal o cual cosa, pero hay responsabilidades editoriales. Siempre digo esto: si en una página en Facebook se hace una acusación grave, no es que vos podés levantarla y publicarla, porque al titular de esa cuenta se le ocurrió. Vos tenés que chequear la información, tenés que tener quien te diga, hacer un doble chequeo, porque después cuando viene una querella, ¿a quién le van a querellar? ¿al que hizo la publicación original en Facebook o a nosotros que tenemos sede propia, equipamiento, empleados? Es claro, a nosotros. Entonces, esto es muy delicado, muy delicado. Hacer periodismo responsable es tratar de publicar lo más cercano posible a la verdad, pues siempre hay subjetividades cuando uno escribe, para elegir el modo o la forma que se presenta la información.
-
¿Cómo manejaste internamente, habiendo transcurrido 50 años de oficio, el hecho de ser testigo de momentos históricos?, por ejemplo, que fuiste uno de los pocos periodistas que estuvo cubriendo la Convención Constituyente que modificó la Carta Magna del Chaco en el año 94.
-
Bueno, para mí fue un antes y un después. Hasta el "94 cuando fue la Convención Constituyente, yo no estaba directamente en un medio escribiendo sobre política. Yo en ese momento escribía de padle, pues como ya dije en la actividad uno tiene que tratar de subsistir. Yo había venido de Sáenz peña en el "91. Me estaba armando con mi familia y era profesor nacional de padle. En un tiempo que me quedaba libre yo escribía un suplemento de este deporte. Cuando empezó la Constituyente, trabajaba también en prensa de la Legislatura, así que cubrí la Convención e ingresé a trabajar al matutino "El Diario" y desde entonces me quedé en la parte gráfica; e hice radio en paralelo.
-
Entonces fue un momento decisivo para vos.
-
Sí, lo de la Constituyente fue clave. De todos modos, yo entiendo que los cambios que se hicieron para el conjunto de la sociedad nunca se comprendieron en todo lo que implicaban. Fijate que a nivel nacional, hace años que no hay un Defensor del Pueblo y está puesto en la Constitución. No es que no se respete la Constitución, sino que no se ha dado el valor reformador de actualización de la Carta Magna.
-
Esa falta de conciencia, ¿crees que de alguna manera es achacable a la manera como fueron evolucionando los medios o hay otros factores?
-
Sí, para mí eso se da por la dirigencia que se acostumbró a manejar las prioridades y se dedicó a cosas menores, menos a dirigir. Entonces, después sobrevinieron los resultados. La gente comenzó a ignorar todo lo que provenía de la política y así tenemos la situación a nivel nacional. Fíjense que una persona que no provenía de la política en 2 años se llegó a Presidente. Quiere decir que el sistema político, en general, las propuestas políticas iban por carriles separados a los intereses de la mayoría de la sociedad.

IMPLICANCIAS DE CONTAR 50
-
Algunos de los periodistas que forman parte del plantel de Diario TAG y Diario Chaco decidieron enviarte preguntas. Así que te voy a leer algunas. La primera es esta: en estos 50 años el periodismo hubo cambios, pero ¿qué valores deben seguir siendo innegociables dentro de la profesión?
-
El chequeo de la información, la seriedad. Reitero, se puede publicar todo pero depende de cómo se publique. La única manera de que vos puedas publicar es teniendo chequeada tu información. No tirar cosas, como nos han acostumbrado en las últimas dos décadas que muchos tiran cualquier cosa y asi pusieron de moda las "fake news". Al igual que el periodismo militante. Aborrezco el periodismo militante. Lo aborrezco, lo dije siempre es solo propaganda. Periodismo es otra cosa; es contar lo que alguien quiere tratar de poner tras un velo, pero vos tenés que descorrer el velo. Como también ya se dijo, que el periodismo es "poner guijarros en los zapatos.
-
Otra pregunta: ¿qué se necesita tener a nivel personal para crear un diario? Es decir, ¿cuáles fueron tus objetivos personales?
-
Bueno, yo fui empleado, laburante, trabajador muchos años. Fui delegado del personal, integré el Sindicato de Prensa, me presenté a la elección para secretario general y perdí. Perdí con Orlando Núñez, quien me ganó la elección. Ahí dije: está bien, no es por acá mi camino. Entendí el mensaje perfectamente. A partir de ahí me puse a trabajar para armar mi propio diario. Así fue que armé Primera Línea. Pero no sé si hay que tener un valor especial. Solamente hay que tener ganas para hacer las cosas. El sentido de la oportunidad está siempre. Nos toca a unos pocos que, iluminados por Dios, como siempre lo digo, que podemos concretarlo. Sin una ayuda de alguien, de un ser superior, es muy difícil, porque también tiene que ver con la suerte. Yo conocí periodistas inteligentísimos, muy capaces, que no pudieron concretar lo que nosotros hicimos al armar medios propios. No porque ellos fueran malos, sino por una cuestión de suerte. En lo personal, puse mi primer diario, Primera Línea, y prácticamente quebré como persona. Me quedé con un negocio que era de mi esposa y me fui a trabajar ahí. Con la experiencia de mi fracaso me puse a armar Diario Chaco y nos fue bien. Lo mismo después con Diario TAG. Pero todo eso fue prueba y error. Prueba y error; más, como digo siempre, una dosis de suerte.
-
¿Qué significó el acompañamiento de tu familia para poder construir tu carrera? y, de alguna manera, ¿cómo hiciste para compensar el tiempo con la familia y el hermoso lío cotidiano del trabajo periodístico?
-
Sin el apoyo de mi familia hubiera sido imposible. Llevo 35 años de casado con Alicia, mi esposa a quien todo el mundo conoce porque siempre estamos juntos, viajamos, nos acompañamos. Curiosamente los dos somos de Leo: yo del 25 de julio, ella del 27; de carácter fuerte, pero siempre nos dividimos las tareas. Ella me permitió hacer la búsqueda de lo que quería y se dedicó a la familia. Además, nuestros hijos trabajaron en nuestras empresas desde que tenían 15 años. Ayrton, que hoy dirige nuestros diarios, empezó así. Lisandro, que también es licenciado en periodismo, actualmente vive en Río de Janeiro, pero trabajó desde chico y siguió escribiendo desde allá durante cinco años. Bárbara, que hoy vive en Australia, estuvo en la parte administrativa y gerenció las empresas dos años y medio. Esto fue un esfuerzo en conjunto. La familia fue primordial, el pilar fundamental de todo lo que construimos.
-
Viviste como periodista gráfico la era del papel, hiciste radio, televisión y ahora estás en lo digital. ¿Qué ganó y qué perdió el periodismo en esa transición?
-
Excelente pregunta. El periodismo ganó mucho con la digitalización. Hoy se tiene todo servido, se entra en Google y la información está en un instante. Nosotros para buscar una noticia teníamos que subir al segundo piso a revisar archivos de papel donde cohabitaban las ratas. Eso cambió y para bien. Pero creo que se perdió el contacto humano. No es lo mismo manejarse por WhatsApp que sentarse frente a frente, mirarse a los ojos, repreguntar, percibir si alguien te está "cameleando" para cambiar el sentido de tu pregunta o repreguntar, como decimos en jerga. Esa interacción es irremplazable. Hoy mucha gente habla sandeces en redes, sin chequeo, porque leyó algo en Facebook o TikTok. Eso no es periodismo. Por eso digo que el último resguardo, el último elemento que tiene la sociedad para saber realmente qué pasa son los medios de comunicación. Podés divertirte en redes, pero si querés saber algo en serio, entrá a medios confiables y chequeá la información.
-
Jugando con tantas cosas que pueden caber en 50 años, ¿Cuál fue la mejor noticia que te tocó informar y cuál la peor, la que no te hubiera gustado dar?
-
Tendría que repasar mucho, pero la peor, la que jamás hubiera querido dar, sin dudas, fue el trágico accidente de quien era mi subdirectora en Diario Chaco, Paola D´Ovidio, que viajaba a Córdoba en plan de vacaciones y falleció junto a su madre en un choque contra un camión. Me costó mucho reponerme. Esas no son noticias que uno quisiera dar. La mejor... hubo muchas. Pero elijo una que me marcó, porque tal vez fue la que me hizo conocido. Fue el día que pasé a la madrugada por la Administración de la Legislatura y vi movimiento, averigüé y estaban firmando resoluciones de nombramientos y recategorizaciones y el que lo hacía era el presidente que había dejado su cargo unas horas antes. Estaba en "El Diario" y le pusimos un título que por muchos años me persiguió, pues lo describimos como el "Operativo Madrugada". Fue un boom periodístico, el resto de los medios lo tomaron como título y generó un escándalo. Después entendí que era una práctica habitual en el esquema político para cumplir con todos los compromisos, pero en ese momento fue un hallazgo enorme.
-
En algún momento de estos 50 años, ¿te replanteaste la idea de dejar de ser periodista?
-
No, jamás. Tuve impases, sí, porque el sueldo del periodista nunca pagó bien, nunca alcanzó. Siempre tuvimos que hacer dos o tres cosas para vivir. Antes teníamos programas de radio, televisión, auspiciantes. Hoy los auspiciantes se fueron todos a Google o las redes, el dinero se va a Estados Unidos. Nosotros seguimos acá, pagando impuestos, salarios, sosteniendo la cadena económica. Pero eso la gente no lo ve porque busca su conveniencia.
-
¿Crees que los políticos reconocen ese esfuerzo de las pymes periodísticas?
-
Algunos pocos; muy contados con los dedos de una mano. No todos reconocen que llegan gracias al soporte de los medios, pero una vez que cumplen su objetivo, se olvidan. El problema es que después tienen que volver, y ahí los esperamos. Porque les tenemos que recordar que cuando ejercieron el poder no se acordaron de nosotros. Es propio de las personas, cada uno con su memoria selectiva para algunos.

SITUACIONES POCO CONOCIDAS
-
Me quiero meter en el Pedro Teruel poco conocido. Tenés la fortuna que tu mamá aún te acompaña. ¿Cuál es la charla con ella cuando ve que su hijo atraviesa 50 años en este oficio?
-
Mamá tiene 85 años. Está muy mayor, pero con una memoria extraordinaria. No conversamos mucho de esos temas. Aprendimos a mirar la vida en retrospectiva. Mi mayor triunfo no son los premios ni los títulos, sino tener mis hijos profesionales, vivir sin deudas, con austeridad; salgo muy poco. Con mi esposa viajamos mucho, eso sí, porque sentimos que nos lo ganamos con tantos años de laburo. Con mamá hoy valorizamos otras cosas: seguir viéndonos, compartir un Día de la Madre, o un fin de año, llevarle los yogures y chocolates que le gustan. En su momento sí estuvo muy orgullosa, cuando inauguramos Diario Chaco vino e hicimos las celebraciones. Hoy eso cambió; pero el cariño sigue intacto. Eso también tiene que ver con la cantidad de medios que se presentan como tales, aunque solamente actualizan 5 o 6 noticias por día. Nosotros seguimos consecuentes a muchos objetivos que nos trazamos. Por ejemplo, desde que arrancamos hace 17 años, me hice el compromiso de pagar el salario el ultimo día hábil de cada mes. Me prometí que esta empresa el dinero del salario iba a ser sagrado, y asi estamos cumpliendo.
-
Si pudieras dialogar con tu padre hoy, después de toda tu trayectoria, ¿cómo sería esa charla?
-
Papá era muy especial, un visionario, un autodidacta. Nunca me olvido que estábamos el salón del Club Gimnástica Sokol en Sáenz Peña y se anunció la decisión argentina de dar guerra por Malvinas. Mientras todos aplaudíamos frente al televisor, él se levantó y dijo despacio pero para que se lo escuche: "Comenzamos a comprometer nuestro futuro, porque es imposible ganarle al imperio". Tuvo razón y me marcó. No era un hombre que participaba en política. Era un hombre austero, sereno, de pocas palabras, pero de mucho sentido común. Venía del campo. Vino a Sáenz Peña de la zona rural de Presidencia de la Plaza con mi madre cuando se casaron (él con 21, ella con 15). Me apoyó en mis peores etapas, incluso cuando fui vago o "cabezudo", como decíamos en la adolescencia. Eso nunca lo olvidé. Con el tiempo, al ver a mis propios hijos crecer, entendí mejor muchas de sus actitudes. Ese respaldo silencioso fue una de las lecciones más grandes que me dejó.
-
Siempre hay momentos especiales que van marcando la vida. Hace un rato te preguntaban por el más triste. Pero hay otros, que son históricos como contabas de la Convención Constituyente.
-
Bueno, en ese momento todo era muy dinámico. Salíamos de las reuniones y había que ir a escribir rápido al diario y llenar la página cinco o la tres, según la importancia. Era un trabajo de urgencia, sin mucho margen para reflexionar sobre la trascendencia. Sabíamos que era importante una Convención reformadora, pero no dimensionábamos lo que significaba modificar una Constitución. Se crearon figuras como el Ministerio Público Fiscal, se previó el Defensor del Pueblo, no se privatizaron los servicios públicos. Con el tiempo uno toma conciencia del peso histórico de esa etapa. Fijate: pasaron más de treinta años desde 1994.
-
¿Pero sí hubo alguna historia que mientras la escribías sentías que iba a ser recordada, que era algo más que una nota cotidiana?
-
Sí. Por ejemplo, cuando se aprobó la Ley 4044 del INSSSEP, acá en el Chaco. Hubo una represión fuerte, los gremios eran combativos y el Estado no podía dejar que impidieran el funcionamiento de un poder. Yo estaba ahí, corriendo, cubriendo todo. Sentí que estaba frente a un hecho importante. Después, también recuerdo una nota sobre el funcionamiento de la quiniela chaqueña que me generó grandes sinsabores. Fue uno de los pocos grandes errores de mi carrera. Escribí "todos saben que hay connivencia entre banqueros y la policía", cuando debía decir "la sociedad sospecha que...". Fue una afirmación sin respaldo. Tuve que pedir perdón públicamente.
-
¿Eso también te marcó profesionalmente para el resto de la carrera?
-
Sí, claro. Fue un punto de inflexión. Es algo que pasa con muchos periodistas jóvenes cuando quieren dejar su opinión en una crónica, adjetivar. Pero la crónica debe ser limpia, objetiva. Si querés opinar, pedí autorización y firmá una columna. Lo que no se puede es disfrazar opinión de información. Eso lo aprendí con los años.
-
Te aviso que me ayudaron a llegar a esta charla ya con la idea del titulo de la nota. Quiero que hables de tu salud porque pasaste momentos muy delicados en varias oportunidades y aun si no bajaste los brazos.
-
El periodismo es mi vida. Vivo con el celular en la mano. Pasé tres etapas muy particulares y significativas de salud. La primera, en los años de Primera Línea. Estaba en medio de un caos: deudas, problemas impositivos, salarios en cuotas. Un día me quedé sin voz, fui al médico y me detectaron un tumor en la laringe. Mientras esperaba el resultado, reflexioné mucho. Lo que pasó en esa semana me cambió la mirada sobre todo. Tuve que someterme a una cirugía y ahí decidí cerrar mi etapa en Primera Línea. El estrés me estaba consumiendo. Afortunadamente el tumor era benigno. Pero en ese diario llegaba a veces a las 7 AM y volvía a mi casa recién a las 2 AM del día siguiente con la impresión hecha. Pero ya no era tiempos para los diarios de papel.
-
¿Los otros golpes como fueron?
-
Después de eso, vino la etapa de paz quedándome en el negocio de mi esposa hasta que surgió la idea de crear Diario Chaco. Quería un medio digital distinto, limpio, con grandes titulares y sin miedo al desplazamiento de la pantalla, con una portada que permita buscar. Hasta los avisos eran grandes. Asi lo armamos y nos comenzó ir bien. Fuimos los primeros en habilitar comentarios en las notas. Llegamos a tener miles por día. Pero eso exigía tanto control y trabajo, teníamos que leer, darle un tilde y aprobarlo, o no. Una locura de tiempo y esfuerzo. Ese exceso hizo que me enfermara otra vez y me agarré un infarto en 2009. Al poder salir, nos replanteamos con mi esposa empezar a viajar a menudo, darle sentido al esfuerzo gigantesco que se hacía.
-
¿El golpe entonces te cambió la forma de ver el trabajo?
-
Sí. Aprendí que no vale la pena tanto sacrificio. Desde entonces empecé a delegar más, especialmente en Cristian Muriel, mi subdirector, ocupándome de lo financiero fundamentalmente. Luego llegó el COVID y estuve en coma veinte días. Pero eso no tenía que ver con el trabajo, sino con la pandemia que nos alcanzó a todos. Pero ni eso me cambió la pasión. Como en la película de Campanella ("El secreto de sus ojos") cuando se expresa que el hombre puede cambiar todo, menos la pasión.
-
Doy fe que es asi, a veces estás conectado a las 11 de la noche y al otro día a las 5 AM ya otra vez estás al pie del cañón.
-
(Ríe) Sí, eso ya es cosa de viejo. Me acuesto temprano, pero a las cinco de la mañana ya estoy despierto. No puedo evitarlo. Duermo seis o siete horas y ya estoy. Me alcanza.
EL PAÍS Y EL LEGADO
-
¿Cómo ves el futuro, los años que te quedan en relación con tus empresas?
-
Ya no me preocupa el manejo diario. Mi hijo menor Ayrton, que estudió periodismo, dirige los diarios. Le prometí que el día que se recibiera, le dejaría la dirección, y cuando se recibió de licenciado, cumplí. Yo manejo lo financiero, pero porque es lo que más experiencia me dio la vida. Eso no se aprende por ósmosis: hay que vivir cada crisis. No puedo pretender que él tenga la misma sapiencia de lo que yo incorporé por cuero propio. Cuando él esté listo, me retiraré tranquilo.
-
¿Hubo momentos difíciles en lo económico, relacionados con lo político?
-
Sí, recuerdo que en 2013, cuando Capitanich se fue como jefe de Gabinete y quedó Bacileff Ivanoff al frente de la Gobernación. Entonces él decidió frenar todas las pautas oficiales para revisar lo que le parecía bien o mal. Fue durísimo. Vendí un auto para mantener los sueldos al día, porque había consumido buena parte de nuestro capital en mi casa y en el diario, por eso aún teníamos una dependencia de lo oficial. Ahí me prometí no depender nunca más del Estado. Después se normalizó todo. Hoy, gracias al posicionamiento digital, tenemos ingresos de Google que nos dan cierta independencia. De todos modos, sigue siendo muy difícil.
-
Durante años se discutió si un periodista podía ser empresario. Con tu propia experiencia ¿qué opinás?
-
Que quienes dijeron eso fue porque no podían o porque nunca pudieron serlo. Todos aspiramos a tener nuestro propio proyecto, nuestra empresa; ser nuestros jefes, dar puestos de trabajo. La única etapa en la Democracia que yo recuerde que se trató de impulsar socialmente otra cosa fue durante el Gobierno de Alberto Fernández sobre que "la meritocracia no existe". Ese fue uno de los peores mensajes, un engaño lanzado desde la Presidencia de la Nación. Si la gente no tiene aspiración, sino proyecta su propio desarrollo como ser humano, no hay país posible.
-
Habiendo viajado tanto, ¿nunca pensaste en irte a vivir a otro país?
-
Lo analicé, sí. Pensamos con Alicia en vender todo e irnos. La vida tiene sus cuitas. Decidimos quedarnos. Nuestras empresas felizmente están consolidadas, tenemos una vida austera, sin excesos. Mi esposa ama Brasil, donde vive nuestro hijo mayor, pero yo ya tengo 67 años, ya no se me ocurre dar un salto tan gande. Ya hice lo que tenía que hacer, ahora sólo quiero custodiar lo que construimos y dejarlo en buenas manos.
-
Volvamos a los 50 años contame ¿qué películas te marcaron y te dejaron huella en tu propia historia?
-
Mucho cine me permiti ver. Pero si tengo que elegir, "Lo que queda del día", con Anthony Hopkins y Emma Thompson.La disciplina y la lealtad del personaje me impactaron. Yo nunca fui mayordomo, pero cuidé mis trabajos con la misma devoción. El trabajo, para mí, siempre fue sagrado. De joven podía haber estado de carnaval hasta las 6 AM pero después iba, me bañaba, tomaba un café y volvía a laburar.

-
¿Creés entonces que por ahí se debe entender tu legado principal?
-
Yo creo que lo único que importa es mirar la vida en retrospectiva para saber que hice. Fundé tres diarios, todos con identidad propia. Mis hijos son todos profesionales, tenemos una empresa sana, pagamos en término sueldos y tributos, somos responsables. Vivimos bien. En esos detalles puedo plantearme lo que somos, considerarme o no, mejor persona. Esto es lo que dejo. También me gusta concurrir en auxilio, trato de ayudar cuando puedo, sin hacerlo público. Es mi forma de agradecerle, en silencio, a la vida.
-
¿Te sentís un agradecido, entonces? ¿No te quedaron pendientes o frustraciones?
-
Las frustraciones fueron lecciones. Totalmente. Soy muy agradecido porque jamás imaginé tener la vida que tengo. Hijo de padres de campo, con educación básica, nunca soñé con viajar por el mundo, ni con lo que logramos. Sé que si no hubiera fracasado en Primera Línea, que hasta me costó parte de mi salud, no habría aprendido a ser empresario.
-
¿Reconoces entonces que irse a la B y volver fortalecido es algo que debemos hacer todos?
-
(Ríe fuerte) No, jamás. La mancha nunca se borra.
-
En lo personal, ¿qué dejas como símbolo de amistad?
-
Soy un organizador nato. Mi quincho está abierto para mis amigos y ahí entran 14 personas, entonces hay lista de participantes que son unos 25. Cuando alguno falla, entra alguno de los suplentes (ríe). Es mi lugar sagrado. Ahí no se graba, no se filma, no se sacan fotos. Lo que se dice en el quincho, queda en el quincho. Es la gran satisfacción de mi vida. Son amigos de toda la vida, de hace cuarenta años o más. Creo que me van a recordar por eso. Si me muero van a perder el Quincho de Pedro. Siempre recuerdo a Woody Allen cuando dijo: "No le tengo miedo a la muerte, pero cuando llegue no quisiera estar ahí".
-
¿Qué otra frase te gustaría dejar para cerrar estos 50 años?
-
Que trabajen con responsabilidad. Nada más. Y que crean en algo superior, en esa dosis de suerte que solo llega si uno es responsable y ama lo que hace. Además, comprender que hoy todo se hace en equipo, lo cual te permite escuchar otras voces. Nadie es dueño de la verdad.
![]() |
DAVID GAUNA |
WWW.DIARIOSOPHIE.COM

